El gobierno de Javier Milei anunció la reducción del impuesto PAIS en Argentina en diez puntos porcentuales, del 17,5% al 7,5% a partir del 2 de septiembre, para la importación de bienes y fletes. Hasta aquí, la noticia.
La pregunta es: ¿puede esta reducción estimular la economía de las empresas y el panorama económico en general?
Analicemos el escenario. Las empresas que dependen de insumos importados se beneficiarán con una reducción en sus costos de importación, lo que debería traducirse en precios más competitivos para productos que utilizan materias primas del exterior. Sin embargo, al facilitarse la importación de productos terminados, los productores locales podrían perder competitividad y volúmenes de producción, lo que podría llevar a una posible pérdida de empleos, perjudicando a una industria nacional acostumbrada a la protección estatal.
A corto plazo, la medida podría estimular la actividad económica en sectores como la industria automotriz, que depende de insumos importados. En ese sector, se anticipa que la reducción del impuesto PAIS podría ayudar a estabilizar los precios y fomentar un repunte en las ventas, que cayeron significativamente en el primer semestre del año. No obstante, se sabe que el impacto directo en los precios de los vehículos no será proporcional a la reducción del impuesto, ya que este es solo uno de los costos involucrados en la producción local.
Desde el punto de vista fiscal, la rebaja del impuesto PAIS representa una reducción del 5% al 7% de la recaudación total para el gobierno. El desafío para la gestión gubernamental es encontrar un modo de compensar esta disminución en los ingresos dentro del actual contexto económico de Argentina.
Conclusiones
La rebaja del impuesto PAIS incentiva la importación de insumos y productos, pero también plantea riesgos para la industria nacional y la recaudación fiscal. Las empresas nacionales deberán adaptarse rápidamente para mantener su competitividad frente a la presión creciente de los productos importados. Por otra parte, la rebaja del impuesto no garantiza una reducción de precios, considerando los aumentos periódicos en servicios, combustible y, sobre todo, en los costos laborales. En resumen, aunque siempre se agradece una reducción en la presión impositiva, aún queda mucho por hacer. La capacidad del gobierno para gestionar las implicaciones fiscales y la respuesta del sector productivo nacional serán claves para evaluar los resultados de esta medida.